El cálculo de estructuras siempre me ha parecido una locura.
Hace tiempo hice un curso de 100 horas de Cype.
Además de tener ocupada muchas mañanas de sábado, lo único que se me quedó grabado de aquel curso fue que en el cálculo de estructuras lo difícil no es hacer el modelo, ni estimar las cargas, sino interpretar los resultados y resolver los errores, además de los cambios sobre la marcha de la obra.
Cuando la semana pasada el jefe de obra me comentó que estaban quedándose sin hierro de 32 mm de diámetro y que no me aseguraba si podrían conseguir más a corto plazo, no le di mayor importancia.
Estamos en una isla, y estas cosas pasan. Ya nos apañaremos.
El momento ha llegado… Y esta misma mañana me ha confirmado que no quedan barras de diámetro del 32.
¿Y ahora qué?
Su propuesta es aparentemente lógica. Me preguntan si sería posible armar con la misma sección y longitud, pero con varillas del 20 y del 12.
20+12=32
Perfecto. ¿ O no?
No las tenía todas conmigo. Algo en mi subconsciente (o en el fondo de mis recuerdos) me decía que las cosas no son así.
Y efectivamente, tras un email al calculista y una rápida respuesta (mil gracias, Fernando, por estar siempre ahí), la respuesta es directa.
Si no tenéis armaduras de 32, podéis sustituirlas por (1D25+1D20) o (2D20+1D16).
¿QUÉ?
De repente un chispazo me ha devuelto a mis clases de estructuras. Esto me suena…
La resistencia del acero viene determinada por su sección nominal y no por su diámetro.
En la tabla queda perfectamente claro: una barra de diámetro de 32mm equivale a 8 barras de 12, ya que la sección nominal de una barra de 32 es similar a la suma de 8 barras del 12.
Puede parecer evidente, pero casi dejamos la resistencia de armadura a la mitad por no recordar la importancia de la sección nominal.
Tengo que justificarme, ya que puedes pensar que es algo de lógica aplastante, pero en todas las obras en las que se ha cambiado el hierro por algún motivo, siempre ha sido cambiándolo por uno de mayor sección. Literalmente había borrado este concepto de mi mente.
Otra reflexión que sacamos de esto es que siempre, la constructora es pícara como ella sola e intenta ahorrar costes por donde sea.
Ya por último, me quedó pendiente contarte la decisión que habíamos tomado sobre verter el hormigón desde 16 metros.
Aprovechando la consulta al calculista, le pregunte sobre este tema y su respuesta fue también muy clara:
El uso del tremie y, en su defecto, la bomba, es imprescindible cuando no podemos garantizar que trabajamos sin agua (hormigonado en seco), puesto que de otro modo cae el hormigón sobre el agua, se lava el árido y se va al fondo sin lechada. Este es nuestro caso.
Pues hasta aquí los avances de hoy, la verdad es que el trabajo de pilotaje está resultando de lo más pesado y monótono.
Espero que en breve pueda traerte avances más emocionantes.
Deja una respuesta