Definitivamente los arquitectos somos como los pilotes tangentes.
Te preguntarás cómo he podido llegar a tal conclusión, un tanto pintoresca la verdad. Si continuas leyendo entenderás el porqué de mi afirmación e incluso puede que estés de acuerdo conmigo.
Pero antes debo ponerte en situación; ese momento inspirado que me llevó a la idea de comparar pilotes tangentes y arquitectos surgió tal cual chispazo durante mi visita pertinente a la obra.
La obra que he acabo de comenzar a supervisar hace unas semanas tiene proyectados dos sótanos de garaje, y dado que se encuentra en una calle muy céntrica y principal de la ciudad, se ha buscado un método de contención de tierras que garantice la seguridad de los alrededores para evitar posibles derrumbamientos y desplomes.
Solución: Pilotes tangentes
He de reconocer que, cuando me dijeron que con los datos del geotécnico no había más salida que irnos a un sistema de contención de tierras de pilotes tangentes de 15 metros, casi me da algo.
Una cosa es perforar con los medios mecánicos y todas las comodidades del mundo, y otra es hacerlo en período de lluvias en un país tropical (lluvias al cuadrado) sin ningún tipo de encamisado y con un sistema de perforación a percusión.
La obra se había convertido en el más difícil todavía. Vamos, que la cosa no podía pintar más complicada.
Pero como la seguridad y durabilidad son las que mandan y esta solución parecia la mejor de todas las soluciones nos pusimos manos a la obra.
Una vez replanteados los primeros pilotes de forma alterna, se comenzó la perforación.
Y aquí comienza el verdadero momento de realidad, y no es otro que el de resolver todas las discrepancias entre los maravillosos planos técnicos, tan perfectamente dibujados y limpios, y la sucia y problemática construcción real.
A parte de las leves desviaciones debidas al sistema de perforación existente, apareció el problema de que los agujeros quedaban mucho más grandes de lo marcado por proyecto.
La constructora, rápidamente tirando para casa, nos propuso la solución de eliminar un pilote de cada cuatro y hacerlos no tangentes.
Pero señores, los cálculos son los cálculos y eso de eliminar en plan libre albedrío pilotes porque sí, pues como que no.
El problema es que tampoco encontrábamos una solución aceptable, ya que reducir los últimos a un menor diámetro tampoco era la mejor decisión, pues se reducía la capacidad portante del conjunto.
Solución: Consultar a un experto en la materia (cosa que siempre te recomiendo que hagas.)
En menos de media hora ya teníamos el problema resuelto:
Había que sacar los pilotes de la alineación manteniendo su tangencia.
Los pilotes tangentes, como la palabra dice, deben tocarse en un punto los unos con los otros. El objetivo es que estén unidos creando un muro continuo,mejorando la impermeabilización del muro que conforman.
Una vez ejecutados, los pilotes se “atan” con una viga denominada cadena que los unifica y los sujeta para que trabajen conjuntamente mejor.
Aunque estéticamente y para las cargas es mejor una fila recta, nada obliga a que los pilotes estén alineados, y frente a las otras opciones, era sin duda la mejor y más correcta estructuralmente hablando.
Así que a día de hoy en esas estamos, desalineando los pilotes pero manteniendo la tangencia.
Después de leer todo esto supongo que te seguirás preguntando, qué tiene que ver esto con los arquitectos…
Bien, pues ahí va mi comparación…
Arquitectos y pilotes tangentes, un solución similar.
El símil aparece con el hecho de que los arquitectos somos y siempre hemos sido más fuertes cuando trabajamos como colectivo, unidos por una viga cadena, llámala colegio profesional, asociaciones, comunidades o tribus.
La unión hace la fuerza, siempre.
Pero el pastel existente ya no es el que era y parece que no hay espacio para todos.
Así que actualmente nos encontramos en un momento como los pilotes de mi obra, literalmente no cabemos todos en la misma fila recta.
Y como los pilotes de mi obra, nosotros tenemos también tres opciones:
- Salirnos unos cuantos completamente del sistema de contención y dedicarnos a otra cosa.
- Reducir nuestro tamaño, tirando los precios y debilitando a todos y al conjunto de la profesión. Este punto es incluso peor que el anterior ya que sale perjudicada toda la profesión y competir por precios nunca es la solución.
- Desalinearnos lo justo para mantenernos unidos a la viga y tangentes a la arquitectura.
Puede que esta comparación esté pillada por los pelos o que me haya dado demasiado sol en la cabeza, pero lo que sí es cierto es que estamos en una encrucijada en nuestra profesión y sólo nosotros podemos encontrar la solución.
Al igual que los pilotes, cuantos más seamos lo que nos vayamos saliendo de la alineación menos nos tendremos que alejar del centro de la viga.
Otra opción es empezar a ampliar nuestra “viga cadena” a una más ancha que nos permita desalinearnos más pero manteniéndonos a la vez unidos.
Ese es el reto de nuestro colectivo: encontrar una viga cadena que nos una y a la vez nos permita trabajar saliéndonos de las funciones “habituales” del arquitecto .
Hasta aquí la dosis semanal de diario una obra con reflexión comparativa incluída.
¿Qué te ha parecido? ¿Tenía yo razón al hacer el símil? Déjame tu opinión en los comentarios.
Si te ha gustado la comparación comparte el artículo en las redes sociales y así entre todos encontraremos soluciones a nuestro problema de falta de espacio.
Deja una respuesta